lunes, 3 de marzo de 2014

Fines que justifican los medios.

Un buen "auto-coach" dedica mucho tiempo a conocerse a sí mismo. Es imposible acometer cambios en tu vida, con éxito, si no conoces a fondo a lo que te vas a enfrentar. Y ello se debe iniciar conociendo el escenario de salida: lo que somos y nuestras circunstancias personales.
Todo forma parte de algo similar a una carrera de obstáculos, con unos obstáculos que, en su mayor parte, nos los ponemos nosotros mismos.
Partimos de una "salida", teniendo claro que queremos llegar a la "meta". Vamos a correr solos, y no es cuestión de hacer el mejor tiempo, sino de hacerlo con éxito. Tampoco se trata de un circuito cerrado: hay un punto de inicio, y un punto de llegada. Entonces, hay infinitos caminos posibles, y no siempre es el más corto el de la línea recta.
En mi libro "Auto-coaching: Los secretos para el éxito", se explican algunas técnicas y herramientas que nos van a permitir planificar las mejores rutas, y evitar los obstáculos. Ahora  no me detendré en ello, sino en justificar el fin mediante el uso de cualquier medio.
Si entendemos el coaching como creo que se debe entender, tenemos asumidos que es nuestro modo de vida, nuestra manera de pensar, nuestra manera de aprender y nuestra manera de comportarnos, mejorando nuestra vida y la de los que tenemos a nuestro alrededor (un jefe debe ser un buen coach, pero una madre también, un profesor también, etc.) Bajo el cumplimiento de esas premisas, nos conoceremos a nosotros mismos cada día mejor. Esto es fundamental.
Conocerse bien es tener claro el punto de partida. Si, además, tenemos pleno convencimiento de querer alcanzar un objetivo, entonces tenemos la salida y la meta. Sólo nos falta el recorrido, las etapas de nuestro viaje.
Las carreras se planifican con etapas, porque son duras, largas, imposibles de realizar de un tirón. Incluso Usain Bolt debe preparar su carrera de los 100 m. lisos en etapas, optimizando el tiempo con sus zancadas, con su respiración, etc. Nuestros objetivos los debemos alcanzar de la misma manera, optimizando el resultado con sub-objetivos.
Una buena planificación de etapas, como he indicado, maximizará las posibilidades de éxito.
¿De verdad el fin justifica los medios? Es evidente que sí. 
¿Qué, y de cuántos, medios dispongo? Incontestable, ¡tantos que ni te imaginas! Y no serán los mismos que los míos, ni siquiera tienen porqué parecerse a los de tu ser más querido. Por eso, no te voy a poner un ejemplo mío. Utilizaré la gastronomía.
Imagina que quieres hacer un pastel para la cena con tus invitados, y te das cuenta, en mala hora, que no puedes conseguir la ralladura de limón que pones en la base de bizcocho. ¡Nada de nervios! ¡No te preocupes! Miras hacia la cesta de la fruta, y ves naranjas! ¡Problema resuelto! Utilizas ralladura de naranja. El resultado va a ser exactamente el deseado: Ofrecerles tu pastel casero, y vas a tener la misma probabilidad de que les guste. ¡El objetivo está conseguido! ¿Y si no hay naranjas tampoco? ¡Atrévete a hacerlo con ralladura de zanahoria, está exquisito! 
Los medios de que disponemos se basan en la información y en el atrevimiento. Utiliza siempre la información, y hazte capaz de acometer los cambios necesarios hasta lograr tus objetivos. Si consigues tu fin, los medios están justificados.  

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